Introducción:
Todo cristiano, tiene un propósito. Un
propósito que no nace de sí mismo, sino que Dios se lo infunde (Filipenses
2,13). El propósito es que el cristiano lleve una vida al servicio de Él.
En el presente estudio, veremos algunas
características de este servicio a Dios.
Desarrollo:
Comenzaremos nuestro tema acerca de cómo
ha de ser nuestro servicio a Dios, con el pasaje que fundamentara bíblicamente
el mismo y nos dará pie para ir metiéndonos de lleno en el tema:
Josué 24,14: Ahora, pues, temed a Jehová, y servidle con
integridad y en verdad; y quitad de entre vosotros los dioses a los cuales
sirvieron vuestros padres al otro lado del rio, y en Egipto; y servid a Jehová.
Este pasaje nos muestra como debe ser
nuestra manera de servir a Dios. El servicio a Dios, tiene algunas
características especiales, a saber:
·
Debe ser con
Temor a Jehová,
·
Con integridad
y verdad,
·
Apartados de
la idolatría.
Comencemos a explicar punto por punto.
El temor a Jehová, que no
significa tener miedo, vivir asustado, obsesionado pensando en el castigo de
Dios, como se suele inculcar en innumerables oportunidades.
En Proverbios 1,7 leemos: El principio de la
sabiduría es el temor de Jehová. El que teme, respeta y ama a Jehová
es un hombre que posee sabiduría. No hablamos de la sabiduría mundana, sino de
la sabiduría que da el conocer a Jehová y su Palabra.
La persona que cuenta con la sabiduría de
Dios, no es la que se da gloria por lo que conoce sino la que vive santamente,
apartado de lo malo, como lo indican las
palabras de Proverbios 3,7: No seas sabio en tu propia opinión, teme a Jehová y apártate
del mal.
En 2 Crónicas 19,7 leemos: Sea, pues, en
vosotros el Temor de Jehová, mirad lo que hacéis, porque con Jehová nuestro
Dios no hay injusticia, ni acepción de personas, ni admisión de cohecho.
Una persona que teme a Jehová sabe muy
bien observar y analizar cómo deben ser
cada una de sus obras; conoce que debe ser justo en su manera de vivir, justo
para con Dios y con su hermano y justo consigo mismo; discierne que no puede
hacer diferencia entre ninguna persona por ninguna razón y que no se debe
prestar al cohecho (soborno).
Esto último nos sirve para explicar el siguiente punto, servir a Dios con integridad y
verdad. Pero profundicemos un poco más acerca de esta condición.
Vivir en integridad y en verdad quiere
decir vivir rectamente, apartado de todo lo que no es recto y verdadero. Es
vivir con conforme a la Palabra de Dios, es ser luz en el mundo, como decíamos
en el tema anterior.
Leemos en Proverbios 10,9: El que camina en
integridad anda confiado; más el que pervierte sus caminos será quebrantado.
Una persona que vive rectamente y siempre
en la verdad, aunque tenga que pasar por pruebas, dificultades económicas,
problemas familiares, enfermedades; siempre está confiada de que Dios está a su
lado, encomendara a Él su vida y se dejara guiar por Él.
Sucede lo contrario con la persona que
lleva una mala vida, sabe que Dios se aparta del mal. Ahora que si vos que
estás leyendo esta columna llevas una vida llena de mentira e injusticias a los
ojos de Dios y de los hombres, si te arrepientes de corazón y buscas a Dios y
cambias tu manera de vivir, Dios te recibirá contento y hará fiesta en los
cielos.
Proverbios 20, 7 nos dice: Camina en su
integridad el justo; sus hijos son dichosos después de él. Lo que
nos quiere decir que quien vive rectamente será feliz pero esa felicidad
alcanzara también a sus hijos porque él ha obrado justamente. Tenemos el ejemplo
en nuestro Padre Abraham, que creyó a Dios, vivió conforme a lo que Dios le
dijo y fue feliz y bendito Él y toda su descendencia.
Además Proverbios 28, 18 nos cuenta: El que integridad
camina será salvo... quien vive
rectamente y en la verdad es el que alcanzara la salvación eterna. El mimo
verso continua diciendo: Mas el de perversos caminos caerá en algunos y si
bien no lo dice este verso, sino se arrepienten y cambian de vida pueden caer
eternamente.
El último requisito para servir a Dios es
apartarse
de la idolatría.
Este es uno de los Mandamientos que
Jehová le entrego en tablas a Moisés para su pueblo y lo encontramos en Éxodo
20, 4 - 5:
No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo,
ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinaras a
ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que
visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta
generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares a los que me
aman y guardan mis mandamientos.
Lamentablemente muchos que se dicen cristianos, algunos
conscientes y otros desesperados y agobiados por sus necesidades, recurren a imágenes de la Virgen y de santos y le piden
el milagro para sus vidas, se inclinan a ellas, las honran, las sacan en
procesión, le cantan, le rinden cultos. Las ubican en el lugar que debería
ocupar nuestro Dios en sus vidas. En esto tiene que ver que en sus enseñanzas, la Iglesia Católica, abolió este mandamiento,
engañando y enseñando a las personas que Dios permite la adoración de las
imágenes utilizando como base bíblica el relato donde se cuenta que Dios mando
a Moisés a construir una serpiente de bronce para que quienes la miraran fueran
curados de las picaduras de las serpientes abrazadoras (Números 21, 4 –
9). Lejos de esto, lo que Dios quiere
mostrarnos en este pasaje es que su Hijo Jesús debía ser elevado en alto en la
cruz y que por medio de su sacrificio en esa cruz nos estaría regalando la
salvación eterna.
Esta misma Iglesia Católica parece que no
entendió o se olvidó de las palabras del mismo Jesús cuando dijo: No penséis que vine
a abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar sino para cumplir
(Mateo 5, 17). Jesús no vino a quitar el mandamiento prohíbe la idolatría, sino
que vino a garantizar que ese mandamiento se cumpla. En realidad Jesús no quito
ninguno de los mandamientos, sino que todos vino a cumplir, ahora, ese será tema
para otra ocasión.
Continuando, con el tema, no solo es idolatría la que se hace a las
imágenes de santos y de la virgen. También caemos en idolatría cuando le damos
más importancia al trabajo material y al dinero que a Dios que es quien permite
ganarnos el sustento diario.
Hacemos idolatría cuando recurrimos al
médico por una enfermedad y ponemos nuestra vida en sus manos humanas y ni nos
acordamos de pedirle a Dios que nos de la sanidad que necesitamos.
Es idolatría cuando nos pasamos horas
frente a la computadora o al televisor o
el celular y no tenemos tiempo de leer un pasaje de las Escrituras o hacer una
oración en familia…
Todo lo que ocupa el lugar Dios en
nuestras vidas y nos aparta de su lado, es idolatría.
Amigo y hermano que estás leyendo esta
columna, ojala el propósito de Dios para tu vida sea que le puedas servir con
temor e integridad apartado de los dioses de este mundo.
Si te cuesta, no desesperes, acude en
oración a Dios para que te ayude a hacerlo realidad. Acude también a los
hermanos que tienen un poco más de experiencia en este tema y te puedan guiar.
Si quieres, puedes tomar
mis datos y escribirme. Estoy dispuesto a orientarte y ayudarte y en caso
necesario ponerte en contacto con algún líder de la Iglesia que pueda hacerlo
mejor que yo.
Dios te bendiga y hasta pronto.
Paulo Martin Simeoni.