miércoles, 29 de enero de 2014

CRECIMIENTO ESPIRITUAL

Así como un niño nace a la vida y a medida que pasa el tiempo empieza a experimentar cambios en su cuerpo, en su manera de pensar, de actuar, en definitiva va experimentando las etapas del crecimiento humano. Así mismo sucede en nuestra vida espiritual. En el presente estudio hablaremos del crecimiento espiritual que debemos ir experimentando cada uno de los que nos llamamos cristianos.

Hay muchos cristianos que solo se conforman con conocer lo básico de la doctrina que profesan y con esto les resulta suficiente. Sin embargo la misma Palabra de Dios nos dice que no debemos conformarnos con lo básico, sino que debemos ir hacia la perfección en la doctrina, leamos en Hebreos 6,1:

Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios.

Caminar hacia la perfección significa asumir un compromiso. Un compromiso con el Señor Jesús y su Evangelio. Un compromiso que no todos están dispuestos a asumir. 
Ahora bien para quienes se deciden por asumir este compromiso de lanzarse hacia adelante en su misión como cristianos la Palabra les dice que deben alimentarse de la Palabra de Dios y que deben desearla como un niño desea la leche materna, veamos en 1 Pedro 2,2:

Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación.

Sin embargo, así como en el crecimiento de un niño hay diversas enfermedades que quieren frenar ese crecimiento, en nuestra vida espiritual hay veces, que nuestro caminar hacia esa perfección parece estar estancado en un mismo lugar. Esto se debe a algunas situaciones especiales  que debemos conocer:

Las debilidades y el Cansancio: Cuando nos encontramos débiles y cansados se nos dificulta mucho transitar los caminos del Evangelio. En Nehemias 4,10 se nos narra como la tribu de Juda, debía construir un muro para defensa de los enemigos y vemos allí un ejemplo de de cómo el cansancio impidió que sigan con su compromiso: Y dijo Judá: Las fuerzas de los acarreadores se han debilitado, y el escombro es mucho, y no podemos edificar el muro.

La incredulidad y la falta de Fe: no podemos crecer espiritualmente, no podemos llegar a la Perfecta imitación de Cristo sin Fe. Veamos que nos dice Hebreos 11,6:  Pero sin fe es imposible agradar a Dios.

Las posesiones materiales: muchas veces le damos mas importancia a los bienes materiales que poseemos que al Evangelio de Cristo, esto nos impide crecer espiritualmente  veamos en Mateo 19,21-22 lo que le sucedió a un joven que poseía muchos bienes y quería seguir el Evangelio: Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme. Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.

Los lazos familiares: para poder seguir el Evangelio de Jesús, en ocasiones debemos desprendernos de nuestros padres, hermanos, sobrinos, de nuestra familia carnal. Veamos que se nos dice en Lucas 9,59:  Y dijo a otro: Sígueme. El le dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre. Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú ve, y anuncia el reino de Dios. 

Los malas conversaciones: en diversos ambientes en donde se desarrolla nuestra vida, muchas veces tenemos conversaciones que no son gratas a los ojos de Dios. Una persona que se dice cristiana no hablar como habla el mundo. Así nos lo recomienda Pablo en 1 Corintios 15,33: No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres.

La Falta de amor entre los cristianos: es condición esencial para nuestro crecimiento espiritual el amor que nos debemos tener entre los hermanos cristianos. Lamentablemente en muchas congregaciones eclesiales los hermanos se aman mutuamente el día del culto, pero después en la semana no se miran a las caras ni se preocupan los unos por los otros. Veamos que nos recomienda Pablo en 1 Tesalonicenses 3,12: Y el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros y para con todos, como también lo hacemos nosotros para con vosotros, para que sean afirmados vuestros corazones, irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro Padre, en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos.

El peso del pasado y las atracciones mundanas: en el pasado están todos los placeres mundanos que llenaban nuestra vida antes de conocer a Cristo. Si estamos constantemente mirando ese pasado nunca podremos avanzar por la senda de la perfección  Veamos que se nos dice en Lucas 9,62: Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios. En Génesis 19,26 tenemos el ejemplo de lo que le sucedió a la mujer de Lot mientras escapaba de la destrucción de sodoma y gomorra por mirar hacia atrás: Entonces la mujer de Lot miró atrás, a espaldas de él, y se volvió estatua de sal.

El enojo: el enojo con nuestro hermano nos lleva a pecar y el pecado nos impide crecer espiritualmente. Veamos que nos aconseja el Salmo 37,8:  Deja la ira, y desecha el enojo; No te excites en manera alguna a hacer lo malo.

Todos nosotros cristianos debemos estar ocupados en tratar de superar estas cosas que nos impiden el crecimiento espiritual y la madurez que necesitamos a la hora de servir a Cristo. Veamos el consejo que Pablo le da su discípulo y hermano Timoteo. Leamos 1 Timoteo 4, 15-16: 

Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos. Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren.

Ahora bien para ocuparnos de superar estos obstáculos en nuestro crecimiento espiritual también debemos tener en cuenta que para poder mantenernos firmes debemos de alimentarnos de la Palabra de Dios, en ella encontraremos todas las fuerzas que necesitamos, es como la vitamina para nuestro espíritu  que nos defiende de los ataques de las enfermedades espirituales que quiere provocarnos ese virus llamado “diablo”, en efesios 6,13.16-17 leemos: 

Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.  Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios.

Y ademas como debemos recurrir a la oración constante, pues ella nos mantiene despierto ante las tentaciones que este mismo enemigo quiera presentarnos, eso es lo que nos enseño el mismo Jesús en Mateo 26,41

Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.  

Hermanos esforcémonos cada día en tratar de ser fieles al llamado que Dios nos hizo por medio de Jesús y asumamos nuestro compromiso con ese llamado, siendo fieles a las enseñanzas de la Palabra de Dios y poniéndola por obra.

Paulo Martín Simeoni.